jueves, 16 de noviembre de 2006

Tan solo de sueños
Siento el frío de la niebla como se cuela por los bordes de la ventana.
Mis ojos abiertos ven solo oscuridad.
Tu piel húmeda apenas está tibia y por más que quiera no puedo alcanzarte,
busco robarte un poco de calor.
De pronto te siento tan extraño,
con secretos que no son para mi,
verdades mentirosas que no me engañan, tan solo te doy un respiro.
La niebla avanza tocando mis pies que se vuelven ansiosos por salir corriendo a buscar refugio. Tu espalda me ofrece compañía avara.
Quiero tus brazos protectores, tus sudores posesivos...
La niebla sigue y sigue inundándolo todo, roza mis rodillas.
Quiero, pero no puedo correr.
Su aroma fresco y salvaje trae rastros de tierra, de bosque,
olores a gatos lujuriosos, a flores sin dueños.
Olores
rastros de otras vidas
humedad tibia y vizcosa que me calienta la sangre,
ya conozco los pasos... la huella no se ha borrado aún,
conozco el camino, solo quiero nuevos destinos,
pero se me congela el corazón
porque quiero ir contigo y me doy cuenta que tal vez tu ya estás de viaje,
sin mí.
Casi no me atrevo a respirar, siempre pensando en ti,
en no destejer la maraña de tus sueños.
¿Dónde vas?
no me invitas a tus fantasías, ni siquiera a tus pesadillas.
¿Qué ocultas?
No me cierres tus puertas, no me des la espalda.
Un temblor sacude suavemente tu cuerpo.
¿A ti también te alcanzó la niebla?
Siento el peso de ella sobre mi pecho...
y la vida se me escapa tras un grito que no alcanzo a liberar...
y son tus labios que me sostienen en el umbral de mis sueños y este mundo.
Tu brazo cubriendo mi fragilidad,
tu aliento devolviendome la fe...
la niebla huyendo
yo hundiéndome en tu pasión