sábado, 12 de agosto de 2006

De la nostalgia y una botella de vino nació un grito de un nómade que hechó raíces. Aquel odió como nunca a odiado ese segundo de realidad alcohólica que le dió cuenta de sus recuerdos y de los sabores que fluyeron por sus venas en algún momento de su vida... y así habló...

La sed no se sacia. Nunca. Como una gran cicatriz que creías seca, el ansia de nuevas tierras, nuevos sabores y olores, se cuela por tus poros, reclamando lo que niegas y tratas de ocultar. La gangrena te come por dentro y lo niegas, una y otra vez. Traidora, tu piel se derrite por nuevos roces, ¿qué te detiene?. Si fuiste libre y tu soberbia lo gritaba por donde tus pies dejaban huellas... las sombras se ríen de ti y murmuran a tus espaldas... los nómades hecharon raíces y cadenas se transformaron... solo el destello de tu mente mantiene la calma y aliviana la nostalgia venenosa, todavía no se han creado las cadenas para los sueños.

2 comentarios:

grandchester dijo...

bueno..bienvenida otra vez a este mundillo de letras. me alegro que partas de nuevo y espero leerte con ansias.
otra forma de conocernos y querernos

un abrazote
Yas

org@smo dijo...

Para un nómade no hay mejor forma de hechar raíces que en este espacio virtual... y es mejor aún cuando lo hace enterrando los ojos en una copa... no me queda más que decir que !salud pues! !Que así sea...!

Bienvenida.

He de leerte siempre...

Un beso y mil más...