viernes, 15 de septiembre de 2006

Extraviados no olvidados.

Vuelvo oliendo a naturaleza y a flores sabrosas de frutos por transmutar, vuelvo porque mis pies inquietos quieren sentir el asfalto y mi sentidos saborean el ácido olor de cuidad contaminada.

Vuelvo porque es sólo aquí donde las respuestas pueden viajar a la velocidad de tus reclamos, y ser diferente no molesta ni te destierra a la isla de los alienados.

Pueden creer que vivir en los parajes verdosos de las afueras de la cuidad puede llegar a ser veneno para tu ánimo, que la pacividad de las horas puede petrificar el flujo de ideas.

No reniego de mis opciones, pero me rindo a mis ganas de cuidad, deseo su celeridad paranoica y la multiplicidad de vida mutada una y otra vez.

La cuidad protege a los que han nacido y se han formado diferente en ella, la cuidad es una madre extraña y generosa aunque oculte muy bien sus afectos.

Madre, esta bruja nómade volverá un día y te contará sus historias.

No olvides a tus hijos emigrados.


1 comentario:

grandchester dijo...

Cantamos de hambre.